MELMANN
Calidez acústica y solidez electrónica

Entrevista JUE 17 MAY 2018

Nicolás Melmann es uno de los artistas argentinos experimentales con mayor presencia internacional, su fusión de elementos acústicos y electrónicos llegó hasta escenarios y ciudades que él jamás hubiera pensado. En esta cálida charla con Buenos Aliens recorre varios factores interesantes de su carrera y su presente: su mudanza a Barcelona, la experiencia de haber abierto para Alva Noto y Ryuichi Sakamoto en el MET de Nueva York pero también de haber tocado para chicos de 5 años y mucho más.

Melmann
Foto: Zony Maya

-Acabás de tocar en Casablanca y Milán ¿Cómo estuvo?

Una experiencia increíble, sobre todo Marruecos. Nunca había estado en África, ni en un país musulmán, el hecho de ir a hacer tu arte a un lugar tan remoto con respecto a tu cultura te brinda una posibilidad de comunicarte con la gente  y conectarte con ese entorno desde otro lugar completamente distinto. Son experiencias muy enriquecedoras e inolvidables. La gente está súper abierta y welcoming, te demuestran su agradecimiento por estar ahí. El festival de videoarte de Marruecos tiene 24 años, es muy interesante el hecho de conectar con artistas de una cultura y un contexto social tan diferente.

-Contame sobre el máster que estás estudiando en Barcelona.

Decidí comenzar una Maestría en Arte Sonoro en la Universidad de Barcelona y eso me trajo por estos lares, hace rato que tengo ganas de vivir en Europa y esto fue la excusa ideal. Estudié composición musical con medios electroacústicos y el máster es una extensión perfecta de mi carrera, tiene mucha información sobre diversas estéticas en torno a nuevas músicas, vanguardias, poesía sonora, música y arquitectura, etcétera. Te da un contexto teórico muy necesario que una carrera de composición por lo general no tiene. Y también te fuerza a producir obra, instalaciones, cartografías sonoras, etc.

-No hace mucho que empezaste este proceso, pero quisiera saber las primeras impresiones luego de instalarte en el viejo continente.

Durante el día uno puede notar el contraste entre el presente y la historia en las ciudades, pero de noche las calles se vacían, la luz decrece y uno tiende a creer que vive en otro tiempo,  el caminar por la ciudad se transforma en una experiencia romántica, caminar por el Arco Del Triunfo o el Barrio Gótico son experiencias mágicas. Uno puede respirar la historia y el tiempo.

Melmann
Foto: Dan Wilton

-¿Cómo es tu setup actualmente, y cómo fue evolucionando con el tiempo?

En este momento estoy usando diferentes tipos de arpas Guzheng (arpa china), un arpa celta, una lira procesada, un arpa de cristal (un instrumento de vidrio parecido a un xylofón), Bawu (flauta china), dos Steel tonge (primo hermano del hang drum), un pequeño set de percusión tonal compuesto de barras de tono, campanas, timbres de bicicleta, cuencos.

Esto combinado con electrónica, estos instrumentos entran al ordenador en su mayoría con procesos, a su vez uso instrumentos virtuales, grabaciones de campo que voy haciendo constantemente, sobre todo cuando viajo, y voz hablada. El resultado es una especie de collage sonoro. Yo lo pienso como un relato, una construcción dramática, contar una historia con sonidos más allá del significado se puede percibir un relato.

Al principio de todo comencé sólo con la computadora, descubrí que podía componer con software y me metí de lleno en ese mundo. Con el tiempo fui integrando electrónica, cajas de ritmos, kaoss pad, etc. E instrumentos acústicos (melódica, ukelele, etc.) hasta llegar al presente.

-Si tuvieras que elegir 2 o 3 de tus instrumentos/equipos favoritos, ¿Cuáles serían y por qué?

Esto es muy difícil... Hace poco compré un gong y la verdad que su sonoridad me parece increíble, uno puede tocar y perderse en la evolución sonora que cada nota va haciendo, son sonidos complejos y es increíble cómo el mismo instrumento puede generar tantos matices. La computadora también me parece un instrumento increíble, infinítamente versátil, en constante evolución y que abre un sinfín de posibilidades.

-¿Creés que hay un espacio vacío entre lo acústico y lo digital? ¿Alguna vez imaginaste tu trabajo como un intento por llenar ese espacio?

Creo que parte de mi búsqueda hasta el momento ha sido conectar estos mundos. La electrónica lleva a los instrumentos acústicos a estos "mundos imposibles" donde las limitaciones físicas del intérprete y del propio instrumento terminan. Uno puede escribir por ejemplo un acorde de piano de 15 notas, imposible de tocar para un pianista (salvo que use los dedos del pie) .

Los procesos electrónicos sobre instrumentos acústicos les dan otra dimensión, otra entidad, hacen que una lira suene como un sintetizador, pero donde también se escucha la organicidad de sus materiales, madera, metal, el movimiento del aire, las irregularidades y la calidez de lo acústico.

A su vez los sonidos electrónicos puros tienen un impacto increíble en el cerebro y la percepción, son sonidos que no remiten a nada en la naturaleza o en el mundo físico "real", cuando los escucho tengo la sensación de que el cerebro no sabe dónde colocarlos.

Me encanta trabajar con la  combinación de estas dos paletas de sonidos, la organicidad y calidez de un arpa y la pureza y solidez de un pulso electrónico, más allá del origen de la fuente sonora creo que es plausible de hacer música con cualquier elemento. Creo que mi búsqueda es contar historias a través del sonido, construir estos paisajes sonoros utilizando diferentes fuentes, instrumentos, electrónica, grabaciones de campo, voz hablada, sonidos de foley, una suerte de collage sonoro bucólico dónde hay un desarrollo dramático y donde siempre se transita entre el ruido y la melodía, lo abstracto y lo concreto, lo acústico y lo electrónico.

Melmann en el MET
Melmann en el MET, 2013

-¿Cuáles fueron tus mejores experiencias tocando en vivo?

Una fue tocando en el Baficito (sección infantil del BAFICI). Hice dos conciertos diferentes, la edad promedio del público era 5 años. Trabajé varios años componiendo música infantil para televisión, utilicé esas canciones alterando la velocidad, entonces las toqué muy muy aceleradas y proyecté una película de Jonas Mekas que tiene también un ritmo rápido y muchas imágenes de chicos. Fue mágico ver cómo los nenes se quedaban en silencio mirando y escuchando e integrando dos elementos que estaban disociados. Al día siguiente hice un recital de canciones con el ukelele y los nenes reían y bailaban, pura espontaneidad.

Desde hace varios años que toco en museos, eso también es una experiencia que me hizo repensar lo que hago, entender que lo que  estaba haciendo no era estrictamente música sino que podía entrar en otros planos, y por supuesto la experiencia de tocar rodeado de obras de arte es maravillosa.

-En el evento Red Bull Music Academy New York 2013 fuiste a representar a Argentina y abriste para Alva Noto y Ryuichi Sakamoto nada menos que en el MET. ¿Cómo fue esa experiencia?

Fue una experiencia muy fuerte, el show estuvo sold out 4 meses antes. Sobre todo tocar en el MET, donde hay una de las colecciones de arte más vastas y sublimes del mundo, con toda la energía que eso contiene y genera, desde templos egipcios hasta cuadros de Magritte, Klimt, Picasso, Van Gogh, es sin duda entrar en un templo, en un lugar sagrado.

Tuve el privilegio de charlar con Sakamoto después del show, una persona encantadora, me sorprendí cuando hizo comentarios sobre mi música, estuvo escuchando atentamente, muchos artistas de ese nivel no destinan su tiempo o atención en escuchar a un soporte, pero él es de una humildad enorme.

-Noté que sin embargo elegiste tus experiencias tocando para niños sobre otras muy fuertes como el evento de Red Bull o varios festivales en los que estuviste. ¿Es acaso la reacción de un niño ante una expresión artística algo más auténtico?

Bueno creo sin dudas que son pura espontaneidad, rompen con toda estructura y dinámica establecida para un concierto, es todo un desafío  y  una experiencia, fue muy divertido.

Recuerdo claramente otro concierto en la Embajada Argentina en Washington DC, el público era súper heterogéneo, de diferentes edades y lugares, creo que esas son las mejores experiencias, salir de los circuitos establecidos, donde todo es obvio y el espectador y el artista ya saben lo que va a pasar. Recuerdo que una mujer de unos 70 y pico de años me vino a abrazar después del concierto, también cuando toqué en un museo en Resistencia -  Chaco, misma experiencia.

Melmann en el Victoria & Albert Museum
Melmann en el Victoria & Albert Museum, Londres, 2015

-¿Cómo ves, o cómo veías a la escena argentina mientras desarrollaste tu carrera en ese país?

Argentina es un país con una escena de música y arte muy poderosa, es uno de los pocos países de Latinoamérica que (por ahora...)  tiene una clase media. Hay una oferta cultural tremenda, a veces abrumadora, toqué en Perú, México, Chile, Brasil, Colombia y la verdad creo que Argentina y obviamente Buenos Aires es una usina cultural de las más activas.

Sí creo que somos una sociedad bastante conservadora y un poco reticente a propuestas nuevas, un músico amigo me decía "acá compramos la idea de que la música es el rock" y creo que sin dudas algo de eso hay. En mi experiencia de estar en contacto con amigos disqueros, de intercambiar discos en el Parque Rivadavia (edad de piedra), etcétera, descubrí que al escucha de música promedio es muy difícil sacarlo del rock clásico.

-¿Creés que hoy en día hay una mejor recepción para el tipo de música que vos
hacés?

Si bien mejora día a día creo que sigue siendo difícil. Creo que todavía no está 100% instaurada la situación de escucha / concierto para un artista electrónico como si se fuera a escuchar una orquesta de cámara. Es un poco la misma dinámica de espectáculo, donde se requiere absoluto silencio y atención, salvo festivales del género o museos no siempre se logra, creo que en Alemania está un poco más instaurado, compartí escenario con Robert Lippok y me contaba que allá artistas electrónicos tocaban en teatros de ópera y era algo completamente normal.

A nivel recepción mis mejores experiencias fueron en Japón e Inglaterra, donde la gente iba absolutamente abierta a recibir y escuchar, muchas veces sabiendo lo que iban a ver súper atentos y respetuosos. También me parece que la temporalidad y forma de estas músicas van un poco a contramano de los tiempos que corren, dónde todo es inmediato, instantáneo, y el déficit de atención es la moneda corriente, no cumple una función de entretenimiento.

-Qué fue lo más difícil que tuviste que superar para dedicarte al arte?

Creo que lo más difícil fue superarme a mi mismo, barreras internas propias que me puse a diferentes niveles y que fui superando con el tiempo. Una vez que las pasé todo fue fluyendo.


Melmann y Maotik en MUTEK.AR en el CCK, 2017

-¿Qué es lo último que escuchaste que te voló la cabeza?

Sigo mucho el canal de Vincent Moon, creo que hay mucho material invaluable ahí. Está haciendo un poco el trabajo que hizo Alan Lomax pero documentando con video y con tecnologías actuales, son registros increíbles de rituales sufistas en Chechenia, músicos rurales en Georgia, rituales budistas en Vietnam etcétera.

Hace poco vi a Benjamin Clementine en vivo, impresionante. Había visto algunos videos que me parecían muy buenos, no así sus discos que tienen un sonido más comercial, aunque se puede escuchar un gran cantautor por debajo, pero en vivo sin toda la parafernalia del estudio es realmente magnético, domina el piano y su voz por completo y es un gran performer. También estoy escuchando mucho The Caretaker, The Dowland Project, algunas canciones de Beach House me parecen increíbles. Pienso la canción como la composición suprema.

-¿Planes para el resto del año?

Acabo de editar Bagatelas,  por Estamos Felices y A O (Arte y Ocio, Colombia) un disco con 13 piezas inspirado en estructuras de composición antiguas propias del período musical romántico, caracterizadas por su brevedad y simplicidad. El disco va entre la instrumentación tradicional y la electrónica, entre el discurso musical y la deriva sonora.

Estoy trabajando con Maotik, un artista digital de Francia, estamos presentando un show audiovisual en Europa. Tenemos varios conciertos programados en Francia, Rumania, Rusia etcétera.

También me encuentro haciendo un proyecto llamado Spread con la ayuda de Asylum Arts, es una cartografía sonora de la diáspora judía, un mapa sonoro recorriendo parte de la ruta del pueblo hebreo realizo durante su constante proceso migratorio y múltiples expulsiones, estuve haciendo grabaciones en Rabat, Casablanca, el gueto de Venecia, Turín, Barcelona etcétera. Voy a hacer una obra sonora / instalación con esto, una manera de representar aspectos culturales e históricos a través del sonido.

Y pronto presentamos Cartridge Music de John Cage en el PARANINFO de Barcelona, y una instalación en el Convento de San Agustí.

Enlaces:
 facebook.com/melmann.com.ar

Entrevista: Guillermo Cimadevilla

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