New Rave
Dicen que en Londres comienza a despertarse la fiebre por las antiguas raves multitudinarias, cargadas de luz, color, histeria colectiva y caras sonrientes. Se dice que ante la apatía, la falta de sangre y aburrimiento con que nos obsequian muchos clubs ?en todos la misma música plana y en todos la misma gente vestida igual, con sus zapatillas caras y su ropa de diseño?, muchos chavales educados sentimentalmente en los coletazos de la cultura rave han decidido recuperar el hedonismo loco de los añorados años 1991-1993, cuando la música era rápida, las melodías histéricas, las drogas baratas y el personal todavía ingenuo, pendiente sólo de lo que importaba: llegar al final del día absolutamente hecho caldo. El problema principal de la new rave es que no deja de ser un movimiento posmoderno, casi como una fiesta temática ?remember?: se alquila un almacén o se entra por la fuerza en uno abandonado y se pincha material de la vieja escuela mientras los participantes hacen el ganso vestidos ?a la época?: guantes blancos, tops de licra, mascarillas de gas, gorros de pescador, bermudas, camisetas anchísimas, dientes sucios y ojos abiertos como platos. La new rave se alimenta de DJs y artistas del pleistoceno. Los antiace guamente populares Altern8, famosos por jitazos que incluso entraron en listas de éxitos pop como ?Infiltr8? o ?Motiv8?, han vuelto a dar conciertos, y DJs retirados como Slipmatt han vuelto al ruedo. Sin embargo, la new rave incluye un factor novedoso: ver cómo unos jovenzuelos vuelven a hacer hardcore bajo nuevas reglas, ya sea desde el más puro revivalismo o mezclado con nuevos sabores. El caso más célebre es el de Klaxons, un grupo infiltrado en la nueva onda indie-rock inglesa que combina guitarras con bases programadas, y que ha dado la campanada con ?Atlantis to interzone? y ?The bouncer?, una versión del éxito hardcore de Kicks Like a Mule de 1992. Su primer disco, ?Myths of the near future?, ya está en la calle.

Por otra parte, la etiqueta se aplica también a una nueva generación de grupos que mezclan las guitarras con el house, una evolución del sonido dance-rock de toda la vida que está haciendo que los indies vuelvan a las pistas; y no en plan glamouroso, sino en plan cerdo. Habrá que ver qué ocurre. De momento, hay cuatro en Londres que se lo están pasando de muerte.

Pistas: Klaxons, Shitdisco, Datarock, New Young Pony Club, The Sunshine Underground...