Sabés lo que pasa, nosotros los que tenemos entre 28 y 30 largos vivimos una época muy diferente a esta que se está viviendo en la que no existía explotación porque básicamente no había a quien explotar.
Ibas a donde ibas y siempre veías las mismas caras y como si fuera poco tenías un metro de espacio para bailar. Ni hablar de lo que recordábamos con unos amigos el otro día: en Pacha con la entrada te daban una consumición (increíble).
De ahí que se hace difícil entender la masividad y los precios que se abonan hoy en día, frente al servicio casi inexistente que te ofrecen a cambio.
Después está en uno si lo decide pagar o no. Algunas veces lo pagarás, otras no; pero lo importante es elegir y no conformarse. Dejar de ir cuando el producto no nos satisface, reclamar cuando no nos dan lo prometido y siempre exigir por un mejor servicio.
Al fin y al cabo la mejor arma que tenemos es nuestra voz y nuestro dinero.
No creo que sea más inmaduro aquel que decide pagar una entrada siempre que lo decida A CONCIENCIA, y no salga corriendo detrás de un cartel que dice FIESTA.

pd: otro post que Matu no va a leer hasta que sea viejo.