Bueno, resumiendo, el acceso un poco complicado, mucha gente, pero creo que llegue en el momento previo a que sea un desastre total, me jodió ver como dejaban gente afuera con la entrada en mano solo por la pinta, fue lo más negativo.

Las barras accesible, precio altos como en todos los boliches, mucha gente ofreciendo pastillas, mucha peppa, popper, merca, porro... bua... todo bien con que se quieran dar vueltísima pero chicos no hay necesidad de tirar el humo del porro en la cara, cortar el cartoncito encima mio o preguntarme 5 veces si tengo papel para armar cuando estoy por explotar en una bajada de puta madre.

Marianito profundo se portó bien, de repente parecía que se quería largar pero ahí volvía a bajar, no me parece el warm up apropiado para zabiela pero era evidente que cuando el pulpo apareció en escenario todos queríamos que mariano se bajara y entregara las bandejas.

A las 3 am puntualmente el inglés empezó a colocar sus juguetes y comenzó algo indescriptible, zabiela creo que hoy es el único dj que puede hacer lo que hizo a noche, toco progre, drum&bass, sacaba el beat y te dejaba levitando con vibraciones y vocales que no tenían ni pies ni cabeza, no te tenía el más mínimo respeto... del viaje sin beat lo cortaba con drum&bass, te reventaba con un breakbeat, te hacía delirar con sonidos de un progre oscuro y a la vez te hacía saltar con bajos que eran para sentarte y llorar, largó un enjoy the silence que a cualquiera le hubiese quedado "groncho" él lo convirtió en emocionante, demostró que no es QUE pongas sino COMO lo pongas.

Scratching como solo james zabiela puede hacer, literalmente BOMBAS que te hacían volar cada vez que apretaba ese puto aparatito amarillo y todo hacía BOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOM.... su sonrisa es encantadora, me dolía mas la cara de reírme con él que el cuerpo de bailar, no quería tomar nada, no quería ir al baño, a las 3:30 me estaba preguntando qué mierda iba a poner a las 5:30 porque ya estábamos todos en el techo... y a las 6 seguía sin poder creer nada de lo que escuchaba, una energía y una creatividad interminable, una humildad y a la vez un talento que hacían que por momentos me quede quieto me agarre la cabeza o me tape la boca y con los ojos como dos huevos fritos lo mire sin poder creer lo que estaba haciendo.

Una pifiada en el tempo de un compás demostró que era humano, de lo contrario yo estaría ahora formando una religión de este muchacho.